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Si se desea conocer realmente cuáles son las prioridades de una organización, ya sea una empresa privada o un gobierno local, el mejor lugar para mirar es el presupuesto.
Por ello, las disputas internas sobre el presupuesto propuesto de Dallas Area Rapid Transit (DART) son preocupantes. La confusión es sintomática de un problema mucho más amplio para la agencia y la región.
En la reunión del Comité de la Junta de DART del martes, los representantes de las 13 ciudades miembros de la agencia no lograron aprobar el presupuesto fiscal para el año 2025. El presupuesto elaborado por el personal de la agencia asciende a aproximadamente 1.8 mil millones de dólares. El principal punto de discordia es cuánto debería crecer ese presupuesto, especialmente la parte operativa.
El presupuesto propuesto incluye aproximadamente 725 millones de dólares para gastos operativos, lo que representa un crecimiento de alrededor del 5.5% en comparación con el año pasado. Los miembros de la junta no pudieron ponerse de acuerdo sobre si limitar ese crecimiento en aproximadamente un punto porcentual.
Los debates sobre el presupuesto son saludables, y no decimos que la junta de DART no debería tenerlos. Pero este tipo de disputas refleja el verdadero problema: una falta de consenso sobre cuáles deberían ser los objetivos y prioridades de la agencia.
Muchas cosas están cambiando en el norte de Texas. La población está creciendo. Los patrones de desplazamiento están cambiando. La expansión urbana dificulta la conexión entre las personas y los lugares. Para satisfacer las necesidades futuras de la región, DART y sus ciudades miembros necesitan ser creativos y pensar en el futuro.
La agencia y sus ciudades miembros han estado teniendo desacuerdos sobre cuánto contribuyen los contribuyentes y qué reciben a cambio. Como hemos dicho antes, si no pueden resolver sus diferencias aquí, los forasteros intervendrán, en detrimento de la agencia y de la autonomía local.
Algunas ciudades miembros están discutiendo una reducción del 25% en el financiamiento del impuesto sobre las ventas para DART, lo que pensamos sería el comienzo de una espiral descendente para la agencia. Tienen planes de presentar la propuesta en Austin durante la próxima sesión legislativa.
Poner el futuro de DART en manos de una Legislatura estatal que no es muy amigable con el transporte público o el gobierno local es peligroso. No se puede predecir cuáles podrían ser las consecuencias no intencionadas de llevar esta pelea a la Legislatura, que está profundamente polarizada.
Las personas que mejor conocen esta región y sus necesidades de movilidad son las que están más cerca de ellas. Eso significa el gobierno local. Las decisiones sobre el futuro de DART deberían tomarse en el norte de Texas, no en Austin.
La semana pasada, los miembros de la junta de DART también recibieron un informe preliminar sobre el estudio de asignación de costos de Ernst & Young, que desglosa cuánto está gastando DART en cada ciudad miembro en relación con lo que paga al sistema. Esos datos deben impulsar un análisis más profundo.
La agencia y sus ciudades miembros deberían sentarse a la mesa de buena fe. De lo contrario, tememos lo que sucederá con esta inversión generacional de la región en un sistema de transporte tan necesario.